Por Roxana Vega. Socia fundadora de CCBT.
Con positivismo e idealismo diremos que sí. Nos encanta imaginar un mundo en el que todos los seres vivos del planeta son dignos de recibir buenos tratos desde su nacimiento hasta su muerte. Un mundo en el que ser mirado, escuchado, respetado, considerado como algo valioso sea la norma. Estamos seguras de que nadie diría que no. ¿Por qué entonces no lo soñamos, no lo pedimos?
Hay varias explicaciones. Una de ellas viene del mundo de las creencias y la estructura de la sociedad, en la que hay mucho conservadurismo y hay una amplia tendencia a apegarse demasiado a las cosas materiales o ideas que hace que nos vayamos poniendo cada vez más rígidos. Es como si estuviéramos embrujados, como si fuera la única manera para hacer las cosas. Pero hay otra y es la Cultura del Buentrato, que nos invita a estar revisando constantemente nuestro andar, nuestras creencias y acciones.
Esto implica estar en contacto con nosotros mismos, con conciencia. Un ejemplo de esto es recordar nuestras emociones, porque ser conscientes de las sensaciones mientras actuamos nos hacen conscientes de nuestra unidad integrada, ya que si yo no siento o no pienso en mis alegría, mis penas, mis vergüenzas quiere decir que mis acciones son vacías y no tienen la capacidad de nutrir mis realizaciones.
Una de las dificultades de vivir en el Buentrato se debe a esta falta de integración y a lo fácil que es para nosotros como seres humanos acostumbrarnos a eso como única posibilidad. Esto provoca que dejemos de lado el cómo nos sentimos y caemos es una especie de robotización, en la que cumplimos los planes que tenemos mentalmente estructurados y que nos guía en el cómo hacer bien las cosas.
Esto provoca que veamos cada vez más difícil o incluso irreal el poder construir y vivir en la cultura del Buentrato. Sin embargo, es algo a lo que tenemos que aspirar y poder conseguir.
La cultura del Buentrato es un proceso dinámico y que está siempre en movimiento. Es un ideal de vida donde lo más importante es el bienestar del ser humano. Desde ahí se construye todo. En este proceso la búsqueda del bienestar es más importante que la meta en sí misma.
Cada individuo construye su cultura. Una cultura que es tanto individual como colectiva desde su accionar y que alimenta la cultura social. Por lo que el individuo y la sociedad son una unidad inseparable que tienen una retroalimentación permanente, con mayor o menor conciencia del impacto de esta paridad.
¿Qué cultura queremos ser? ¿En cuál nos gustaría vivir? La respuesta parece simple: en una cultura amorosa y protectora en la cada uno es y se siente importante, con sentido de identidad saludable y armonioso.
Es por eso que una de las ideas bases de la Cultura del Buentrato es que siempre se puede ser mejor. Siempre se puede estar en la búsqueda del bienestar y para eso hay que entenderlo no sólo como un resultado final, sino que tiene que estar activo en nuestro día a día y ser parte de una aspiración de nuestra existencia.
La Cultura del Buentrato es renovadora, flexible. Cambia y mantiene lo que le sirve. Está en continua revisión y se actualiza a los cambios y necesidades de las personas, porque el centro de esta cultura son los seres humanos y su bienestar en el transcurso de toda su vida.
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